Sin auto y con la ruta desierta debido a la finalización de
la temporada del kiwi, se nos complicaba llegar al trabajo cada mañana. Aún
shockeada por el accidente, Maru decidió mudarse a nuestro primer lugar, Mount
Maunganui, a vivir y trabajar en su antiguo empleo en el restaurante (esto último
finalmente no se daría). Por nuestra parte, Flor y yo después de una rápida
búsqueda nos mudamos a otra casa en el centro del pueblo, a pocas cuadras de la
casa de un compañero de laburo.
El nuevo hogar era una habitación que alquilábamos en la
casa de una familia compuesta por un policía Kiwi (con un gato más grande que
el de Soldán, pero no viene al caso) casado con una Malaya y dos hijas de esta
ultima (quienes vivían abajo en un piso separado). Además había otra inquilina,
Shindy, también de Malasya, quien alquilaba hace varios meses.
Desde el primer día nos trataron con la mejor onda, y nos
dijeron que en la casa acostumbraban a compartir las comidas, y así fue como
tarde que llegábamos del trabajo nos esperaban con muchísimas cosas para comer.
El primer fin de semana que estuvimos en la casa retribuimos tanta hospitalidad
cocinando algo nosotros, así que le hicimos unos ñoquis caseros de papa con
bolognesa (no le hicimos nada más típico de Argentina por algunas restricciones
alimenticias que tienen debido a la religión).
Nuestra última noche en el pueblo decidimos pasar a Saludar
a Shindy por su trabajo ya que no la veríamos al día siguiente y no podríamos
despedirnos. Cuando llegamos, ella justo estaba saliendo así que nos volvimos
los 3 juntos para la casa. De camino pasamos por un templo y ella nos dice
“este es el templo al que voy yo, es más debería ir ahora” y de repente da un
volantazo medio brusco y estaciona. Sin aclarar nada nos da unas monedas y
sencillamente dice “síganme”. Al entrar tuvimos que dejar las zapatillas en una
bibliotequita y cubrirnos la cabeza con unos pañuelos (queda para otro capitulo
el tema del higiene de los pañuelitos). Creo que las bandanas le pueden quedar
con onda solo a Jack Sparrow….lo mío era un desastre, parecía el pirata de una
película barata! (con Flor ya estábamos bastante tentados, pero obviamente nada
de reírse)
Para entrar yo lo tuve que hacer por un lado y ellas por
otro, y todo el tiempo mantenernos separado. El lugar de los hombres todo
decorado hasta las manos y el de las mujeres tenía una foto de Apu en la
esquina… es tremenda la división que hacen! No se como las dejan entrar a las
mujeres, una locura! Jaja naah! En serio, increíble como se la disminuye a la
mujer.
El templo está dividido en dos plantas, la parte de abajo es
todo un gran ambiente alfombrado con varios plasmas en las paredes y con una
cocina gigante al fondo, y dos escaleras a los costados. Al entrar me senté en
el piso y no me pidan que me cruce de gambas porque no me levanto
más…Obviamente la gente me miraba medio raro, pero bueno yo no dejo de ser raro
para ellos! O piensen como miraríamos nosotros a un simil Bin Laden sentado al
lado nuestro un domingo en la iglesia…
Al rato Shindy me hace señas de subir, obviamente cada uno
por su lado de nuevo. En el piso de arriba era un lugar gigante con sabanas en
el piso y al fondo había un pastor/cura/rabino (llámenle como quieran) vestido
de naranja con muchísimas flores a los costados, lámparas que lo alumbraban y
un micrófono. En lugar de un altar tenía una gran urna de acero inoxidable,
donde en filita fuimos a depositar las monedas que nos había dado Shindy (Nota
aparte también para la fortuna que había ahí). Obviamente, al no conocer la
cultura ni los ritos, uno trata de imitar a los demás para no faltar el
respeto, pero algunas cosas se me pasaron, como caminar para atrás cuando te
vas del altar para no darle la espalda al amigo que está llevando adelante la
ceremonia. Quién es un Fantino en sus mejores épocas relatando la campaña de
Boca mezclado con Riberito estirando las “o”. Increible la velocidad y el
cantito que le mete al rezo!!
Después de un ratito, otra vez las señales, pero esta vez
para bajar. De nuevo en la planta baja, vamos para la cocina y Shindy me dice
“bueno, ahora vamos a comer”. Pispié rápidamente el menú y le tiré un “no, te
agradezco, estoy bien…almorcé tarde hoy” A lo que ella me canta el vale cuatro
y simultáneamente se pega el ancho en la frente y me dice “no, no, no
entendiste…tenés que comer, la gente está mirando”
Ya no tenía escapatoria, así que como diría Francella “A
comerlaaaaaa!!” Platito en mano y a agarrar lo menos posible y de mejor pinta
(misión imposible). Meti un cuadradito que parecía merengue y otro que parecía
un caldito Knor pero gigante. Flor, un poco más confiada, además de esto le
agregó un pan relleno y frito. Cuando ya estaba pegando media vuelta y
escapando para el corner con la velocidad del pájaro Caniggia, me dice “vení,
vení que te faltó esto…” Cual árbitro con tarjeta amarilla, me sirve una
catarata de un brebaje caliente y marrón de dudosa procedencia.
Nuevamente cada uno para su rincón como hubiese dicho el
gran William Boo, pero esta vez (seguramente al ver nuestra cara de susto…je),
Shindy me tira una soga y me dice “vamos a sentarnos los 3 al medio, no pasa
nada”.
Haciendo el último intento de descarte le tiro “bueno, con
carpa comete lo mío también”…se rió y dijo “no, no…tenes que comerlo vos” con
una sonrisa casi nerviosa, mirando hacia el resto de la gente que nos vigilaba
atentamente aunque sin ser evidentes.
Así fue como apliqué la vieja técnica del bocadito seguido
por un buen trago del líquido, como para que pase todo junto lo más rápido
posible. Obviamente que le di una oportunidad al probarlos, pero realmente era
muy feo, el “caldito” tenía gusto a eso…pero imagínenselo dulce!! Y el brebaje,
gusto a tierra con azúcar…mucha azúcar!!
Ah! Otra cosa que me olvidaba, cuando estaba sentado
comiendo Shindy me dice “tenes que cruzarte de piernas” Así que con esfuerzo
metí posición de Buda y a seguir concentrado en la comida.
Después de un rato nos levantamos y encaramos para la
salida, obviamente caminando como un Sheriff del lejano oeste porque la sentada
de Buda me había dejado mal….
Contento por la despedida tiré un saludo de reverencia como
saludando al maestro Miyagui y salí a devolver el pañuelo y recuperar mis
championes (como dirían mis amigos uruguayos).
Así fue como faltando un mes para llegar a Asia, ya me
empiezo a acostumbrar a sus costumbres y solamente a algunas de sus comidas!
jejeje
Les dejo foto con Shindy uno de los días que nos cocinó...esto si estaba rico!! |
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