Después de 15 hs de micro en la gran empresa “Naked Bus”
llegamos a Wellington en la fresquita mañana del lunes 9 de Julio. En el bondi
me hice amigo de Cris, una ecuatoriana que estudia en Australia y estaba de
vacaciones por NZ. Así que el grupo se nos había agrandado y después de hacer
el check-in en el hostel nos fuimos de recorrida.
El primer punto fue el museo Te Papa, el cual aborda (que
palabra más nerd! Pero va…) a Nueva Zelanda desde todos los aspectos posibles,
desde los movimientos de las placas tectónicas
que dieron origen a estas tierras (definitivamente es un post muy nerd),
pasando por la fauna, flora, historia, cultura y hasta el arte del país. Es
realmente muy interesante y completo. Por la tarde seguimos en el “cable car”,
un tranvía que sube por un pequeño monte, y continuamos con una recorrida por
algunos de los principales edificios del down town.
Por la noche salieron fideos comunitarios en el hostel,
donde conocimos a Nacho, otro argentino gran personaje con quien continuaríamos
recorriendo Wellington al día siguiente. Además estaban una francés, un
canadiense y por supuesto nuestra amiga ecuatoriana…así que fue una típica
noche de recién llegados a hostel nuevo, conociendo mucha gente y charlando de
todo.
Por la mañana siguiente continuamos la recorrida por el
puerto y otros lugares, y a la tarde salieron unos mates con Nacho y anécdotas
de las vueltas de cada uno por kiwilandia. Ya en la noche se nos sumaron 3
amigas de él con quienes compartimos la cena y nos reímos bastante. El trío
estaba compuesto por dos hermanas y una amiga de viaja. Las hermanitas eran muy
particulares, hijas de padres viajeros (papá Italiano y mamá India, unos de los
primeros en recorrer Asia en moto hacia fines de los años `70) y con
multi-nacionalidades. La mayor, Ambra, nacida en Bali y la menor, Morgana,
nacida en Inglaterra, son realmente 2 personajes para sentarse y escuchar,
llenas de anécdotas e historias de viajes increíbles. Las ultimas 2 noches de
Wellington las pasamos con nuestro nuevo grupo de amigos y nos divertimos
muchísimo, entre cenas, cervezas y bares.
Finalmente partimos hacia el aeropuerto para cruzar por
primera vez hacia la isla sur, llevándonos un gran recuerdo de Wellington, una
hermosa ciudad, ordenada y moderna, pero sobre todo agradecidos de haber
conocido a muchos nuevos amigos.
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